Ingredientes:
200 gr. de harina de
repostería
(unas 12 cucharadas
soperas colmadas)
150 grs. de
mantequilla.
5 ó 6 cucharadas de
azúcar
1 vaso de leche
(hay quien pone mitad
leche y mitad agua o solo agua)
De 4 a 6 huevos
(según tamaño)
La ralladura de 1
naranja y 1 limón
Matalahúva (opcional)
Azúcar y canela
molida para rebozar
Un pellizco de sal
Aceite de girasol para
freír.
Elaboración:
Ponemos
una cazuela amplia de fondo grueso al fuego con la leche, la mantequilla y una
pizca de sal. Cuando ésta empiece a fundirse, añadimos el azúcar, la matalahúva
(opcional) y las ralladuras de naranja y limón, mezclamos bien y dejamos que hierva
suavemente unos minutos, sin parar de remover.
Cuando la
mantequilla esté completamente fundida y disuelta y la leche haya tomado todos
los aromas, ponemos el fuego al mínimo, añadimos la harina de golpe y mezclamos bien con ayuda de una
espátula de madera.
Continuamos
removiendo la masa, cuidando que no se hagan grumos, hasta que comience a desprenderse de las
paredes de la cazuela, entonces la apartamos del fuego y dejamos que temple un
poco.
A continuación
cascamos los huevos y los añadimos, sin batir, uno a uno, removiendo
enérgicamente la masa, para que quede perfectamente ligada,
de modo que, hasta que no tengamos uno perfectamente integrado en la masa, no
añadimos el siguiente. Debemos hacerlo
así para poder alcanzar el punto óptimo de la masa. Iremos añadiendo más o
menos líquido (huevos) en función de cómo veamos que va evolucionando la masa, ya que
debe quedar con una textura cremosa pero consistente, lo que se conoce
como “punto de corbata” (eso quiere decir que al levantar la masa con la
espátula y volcarla tiene que caer de forma continua, sin romperse, como
formando una corbata). Dejamos de añadir huevo cuando veamos que la masa ha
alcanzado ese punto, ya que si nos quedase demasiado líquida ya no podríamos
añadir más harina cruda.
A continuación
calentamos el aceite en una sartén y vamos tomando pequeñas porciones de la
masa con ayuda de dos cucharillas, una la llenamos de masa hasta la mitad y con
la otra empujamos la masa con suavidad hasta el aceite, para que caiga de una
vez, sin dispersarse, y forme así una bolita.
El aceite debe estar caliente pero no demasiado
fuerte para que los buñuelos se hagan bien por dentro y no se quemen por fuera.
Vamos friendo los
buñuelos en pequeñas tandas (de 6 a 8 por fritada según el tamaño de la sartén)
para que quede espacio suficiente porque se inflan.
Si la masa
está bien hecha y hemos depositado bien la masa en el aceite, no hará falta darles la vuelta porque ellos mismos, al
hincharse, se volverán solos, si no, se la damos nosotros como si fueran
croquetas y cuando los tengamos doraditos por todas partes, los sacamos y escurrimos
sobre papel absorbente.
Seguidamente
los pasamos a una fuente o plato hondo con azúcar y canela, los rebozamos, dejamos
que se enfríen y servimos.
NOTA.- Al quedar el interior casi hueco por efecto del hinchado que
experimentan al freírse, se pueden rellenar fácilmente, con ayuda de una
boquilla, con nata, crema o trufa.
Ooooooh Carmen que ricos.
ResponderEliminarSabes que estoy de sorteo??? Te dejo el enlace por si no te has apuntado y te apetece participar.
http://cocina-trini.blogspot.com.es/2013/03/sorteo-la-cocina-de-trini-altea-en.html
Si me permites una sugerencia porque no quitas la verificación de comentarios son las letras esas raras que hay que escribir para poder dejarte un comentario y la mayoría de ocasiones no se entienden.
ResponderEliminarHecho Trini, gracias por la sugerencia!
EliminarCarmen:esta receta sirve tambien para hacerla con pescado o verduras?
ResponderEliminarHola Zosha, la verdad es que nunca lo he comprobado porque para los buñuelos salados siempre he utilizado esta otra receta, la de los buñuelitos de bacalao que es un poco más ligera, la puedes ver en este enlace: http://recetas-familiares.blogspot.com.es/2012/04/bunuelitos-de-bacalao.html, y puedes hacerlos igual de gambas, de atún, de salmón, de jamón, de verduras.. en fin de lo que más te guste.
Eliminar